
En ellos es en lo que han consistido estas últimas semanas de mi vida. Una vez que terminas, que sales de tu último examen, llega ese estado de euforia y en el que yo al menos, me encuentro más nerviosa que antes de cualquier examen a causa del gran fiestón que se acerca esa misma noche. Lunes, Martes, Miércoles... da igual el día que sea, esa noche es de fiesta. Por lo que se deja paso a la incertidumbre de saber cómo, cuando y dónde terminarás esa noche.
Pasados unos días vuelves de nuevo a la realidad, de nuevo a las clases y entonces, una pequeña frase asalta tu cabeza diciendo: ¡De qué narices me quejaba yo en exámenes!
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